¿Qué ocurre si no dejas de tomar gaseosas?
Las evidencias científicas advierten sobre los efectos inmediatos y a largo plazo que tiene el consumo continuo de gaseosas en nuestro organismo. Aunque saben bien, están muy lejos de ser una opción saludable.
1. Aumento de peso y obesidad
Beber refrescos a diario puede suponer la ingesta anual de más de 24 kg de azúcar, lo que se traduce en calorías vacías que favorecen el sobrepeso y obesidad. Esta condición incrementa el riesgo de enfermedades cardiacas, hipertensión y problemas articulares.
2. Diabetes tipo 2 y resistencia a la insulina
El alto contenido de azúcar eleva la glucosa sanguínea de forma crónica, forzando al páncreas y eventualmente conduciendo a diabetes tipo 2. Este consumo también puede provocar resistencia a la insulina incluso en personas jóvenes.
3. Daño hepático e hígado graso
El exceso de fructosa en los refrescos estimula la acumulación de grasa en el hígado, provocando la llamada esteatosis hepática no alcohólica, que puede derivar en inflamación y disfunción hepática.
4. Problemas dentales y caries
Azúcares y ácidos presentes en estas bebidas favorecen la erosión del esmalte dental y el crecimiento de bacterias, lo que acelera la aparición de caries.
5. Riesgo cardiovascular
Consumir azúcar regularmente daña las paredes de los vasos sanguíneos y favorece la inflamación, lo que eleva el riesgo de infartos y otros problemas del sistema circulatorio.

¿Por qué las gaseosas son tan perjudiciales?
Calorías vacías: el azúcar puro aporta energía sin nutrientes esenciales, lo que favorece el aumento de peso sin ninguna ganancia nutricional.
Frecuencia de consumo social: están profundamente arraigados en patrones sociales, lo que dificulta romper el hábito incluso cuando se conocen sus efectos negativos.
Alternativas engañosas: los refrescos diet o sin azúcar pueden parecer saludables, pero estudios emergentes sugieren que edulcorantes artificiales podrían alterar el microbioma intestinal y desarrollar preferencia por alimentos dulces.
Tips para reducir el consumo de refrescos
Sustituye los refrescos por agua natural, agua con limón o infusiones sin azúcar.
Lee las etiquetas: incluso frutas o jugos “naturales” pueden tener azúcar añadida similar a la de un refresco.
Fomenta el hábito de consumo responsable en niños y adolescentes: limitar el azúcar diario a menos de 25 gramos (lo equivalente a ~6 cucharaditas).

Conclusión
Lo que comienza como una bebida refrescante puede convertirse en un factor decisivo para el desarrollo de enfermedades crónicas si se consume con frecuencia. Cada vaso de refresco aporta un alto contenido de azúcar y cero nutrientes: un camino directo a daños en el salud metabólica, dental, cardíaca y hepática. Cambiar a opciones más sanas puede tener impacto inmediato y a largo plazo en tu bienestar general.
Ahora elnoticiario.com.co recomienda: revisa tu consumo, evalúa alternativas, y si ya presentas signos de sobrepeso, diabetes o caries frecuentes, acude con un profesional de la salud para evaluación y orientación personalizada.
¿Cuántas gaseosas tomas al día?
Redacción ciencia
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